martes, 23 de junio de 2015

ARTÍCULO INTERESANTE




EL COLOR DE LOS NÚMEROS

¿Puede ser deprimente el tacto de un jersey? ¿Puede un número tener un sabor amargo? Sólo si somos sinestésicos

Un artículo de The New York Times llamado “For rare few, Taste is in the ear of Beholder” me ha dejado absolutamente fascinada. Para muy pocos cerebros adultos, el siguiente menú no sólo les sabe bien, sino que les suena riquísimo: Un ave rellena de Stephanie y servida con menudillos de civismo, acompañados de un bizcocho cubierto de Londres, un tazón de actuaciones con sindicatos y una guarnición de humeantes microscopios. De segundo ciudad y de postre confesión.
Para estos cerebros, “Stephanie” está relacionada con la verdura, “civismo” con carne asada, “Londres” con patatas, “actuación” con guisantes, “sindicato” con cebollas, “microscopio” con zanahorias, “ciudad” con pastel de carne, y “confesión” con café.
Richard Feyman, premio nobel de física en 1965, veía las letras de colores en sus ecuaciones, las n de un color violeta azulado, las j marrones luminosas, las x marrones oscuras...
Esta cualidad de mezclar los sentidos se llama sinestesia. Muchos sinestésicos son artistas, como el poeta francés Charles Baudelaire o el pintor ruso Kandiski.
Aproximadamente una de cada 2000 personas son sinestésicas, pero se sabe muy poco de las causas que la originan. Lo poco que conocen los científicos es que todas las personas nacen sinestésicas y, tras un tiempo, las sensaciones sensoriales se van segregando por procesos naturales de muerte neuronal... pero, de forma desconcertante, no en todos los sujetos se pierden las sinapsis entre las distintas áreas sensoriales. 

 SARA GIMÉNEZ (PROFESORA DE MATEMÁTICAS)

No hay comentarios:

Publicar un comentario